ANA SALAZAR

Para Ana Salazar las fotografías son un remedio contra el olvido: «Tengo muy mala memoria y para mí ha sido muy importante tener esa herramienta».

Se trata de un recorderis lleno de humor, cromatismo e ironía que fluyen de manera natural, inherentes a su manera de ver y recordar el mundo, atributos fundamentales de su obra. El elemento subyacente que trenzaba su obra, sin duda, es la necesidad de contar una historia… y que cada persona cree una propia mezclando las imágenes. En ese proceso de ensamble, el espectador no puede permanecer indiferente: siempre está expuesto a un encuadre bizarro, cierta composición inesperada, una resonancia pop o un detalle fuera de lugar. Más que retratos o reportería, la mirada de Ana Salazar fluctúa desde el plano abierto —como sus paisajes— hasta lo mínimo —las flores y los close-up de gotas—; le llaman la atención los contrastes o intensidades de color en superficies como paredes, suelos, cielos y agua, pero no sólo eso, porque Ana Salazar dispara hacia todo lo fotografiable sobre la faz de la tierra, desde un rascacielos hasta una hormiga comiéndose un banano.

En 2011, Ana empieza a experimentar con la creación de escenarios —y escenas— para sus propias fotos. Con esa idea —y los elementos más heterodoxos— configura una serie en la que se vale de juguetes para acentuar algunos efectos humorísticos, y en algunas fotos paradójicamente logra cierta ilusión de realidad. Muñecos plásticos diminutos interactúan en situaciones que por momento parecen adoptar cierta verosimilitud, y en el 2012 profundiza los rasgos de su anterior trabajo con la serie Animal Planet . Los paisajes se vuelven más oníricos, más reflexivos, sin perder la gracia ni la ironía. En ciudad de cristal, crea escenarios donde las figurillas adoptan un aire teatral.

«Quiero un recuerdo de todo lo que pasa en mi vida», dice Ana Salazar. Su arte busca que ese registro sea original, y por eso se pregunta: «¿Cómo dejo plasmado lo que me pasa día a día?». Su testimonio elude la foto directa, documental, pues Ana siempre está buscando nuevas formas de recordar.